ADN misterioso (I): El libro de la naturaleza
El código genético sigue las mismas reglas de construcción que las lenguas naturales. Y es un texto “editable” por medio de sonidos y frecuencias. La microfísica del ADN demuestra los fundamentos de saberes antiquísimos: el poder curativo de las palabras y la influencia de las vibraciones emocionales.
Por Claudio Fabián Guevara
Desde que Crack y Watson descubrieron la doble hélice del ADN hace medio siglo, nuestro conocimiento sobre la plataforma de todas las formas de vida ha aumentado considerablemente. El ADN almacena la información necesaria para la reproducción de todas las proteínas de las células de un organismo. El cuerpo humano contiene aproximadamente entre 70.000 y 90.000 proteínas diferentes. Y una proteína consiste en varios cientos de aminoácidos. Es decir que el ADN es algo así como la fórmula química de la vida, el software que contiene todas las instrucciones para el desarrollo del hardware o armazón física.
Pero no solamente eso. Un análisis más detenido de este microcosmos muestra las bases de la vida espiritual.
►El mapa del desconcierto
Un gran misterio del AND es que solo el 5% de la información disponible se usa para codificar y reproducir proteínas. El restante 95% se llama ADN basura o durmiente, una “repetición sin sentido” que los científicos de occidente durante mucho tiempo consideraban “redundante”. Por eso, la operación del Proyecto del Genoma Humano (PGH) que emprendieron hace pocos años se centró en analizar solamente ese 5% de información “útil”.
La labor del PGH fue la de hacer el mapa de la estructura completa del ADN. Pero cuando se difundió la versión final del genoma humano en el 2004, cundió el desconcierto. Solo 30,000 genes se encontraron en el ADN humano, contra los 100 mil esperados. Treinta mil genes en el genoma humano son solo trescientos más de los que tiene un ratón. El Proyecto del Genoma Humano también develó que compartimos el 98% de nuestros genes con los chimpacés. Pero las diferencias en el ADN entre un ser humano y un mono son simplemente demasiado pequeñas para contabilizar todas las diferencias de apariencia, conciencia y habilidades intelectuales entre ambas especies.
Aparentemente, el ADN “basura” no era inútil después de todo.
►Nuestra primera lengua
Mientras la ciencia de Occidente invertía en el Proyecto del Genoma Humano Internacional centrándose en el 5% del ADN, en 1990 en la Unión Soviética, un grupo de científicos rusos se constituyó para estudiar el genoma humano completo. La investigación fue dirigida por el Dr. Pjotr Garjajev, miembro de la Academia Rusa de las Ciencias y de la Academia de las Ciencias de Nueva York. El equipo de investigación incluyó biofísicos, biólogos moleculares e incluso expertos en lingüística. Su investigación puso de manifiesto que el supuesto ADN basura, desechado y olvidado por la ciencia ortodoxa, no era en absoluto el remanente redundante de la evolución.
Los estudios lingüísticos descubrieron que la secuencia del ADN no codificado sigue las reglas de algunas sintaxis básicas. Hay una estructura definida y lógica en la secuencia, un tipo de lenguaje biológico. La investigación descubrió que forman palabras y frases justo como nuestro idioma humano sigue reglas gramaticales.
Muchas investigaciones sobre los orígenes del lenguaje humano y de las reglas gramaticales esenciales para todos los idiomas humanos habían fallado hasta entonces en localizar la fuente. Ahora, por primera vez en la historia, se puede concebir que la gramática del ADN sirviera como huella para el desarrollo del lenguaje humano.
Si el ADN y el código genético existían antes de que el ser humano hable, es lógico deducir que cada lengua se desarrolló siguiendo este código básico. En otras palabras: el orden de los nucleótidos en el ADN sigue un “plan inmaterial inteligente” que ha sido imitado en la estructura de los idiomas humanos.
►Diálogo de sonidos y vibraciones
Recapitulemos. La evolución ha creado en los organismos vivos “textos genéricos”, articulados de forma semejante a las lenguas humanas. Los nucleótidos del ADN, dotados de frecuencias cargadas de información, juegan el papel de caracteres. A partir de estos “textos genéricos” se van desarrollando los procesos orgánicos. El ser humano es, pues, como el resto de la creación, un “discurso de la naturaleza”.
Pregunta: ¿A quién “le habla” el ADN? Respuesta: “No sólo habla. También escucha. El ADN dialoga con el entorno a través de sonidos y vibraciones”.
Las investigaciones de Garjajev muestran al ADN como un bio-ordenador capaz de recoger y transmitir información de su entorno a través de ondas, a partir de las cuales pueden modificarse los patrones de comportamiento de las células. ¡Y viceversa! Si el ADN “entiende” ciertas frecuencias, entonces es posible un intercambio de información con él. El grupo de Garjajev descubrió es que el ADN no es en absoluto un libro cerrado de la vida. Su texto puede ser alterado o reagrupado en secuencias diferentes. En otras palabras: el software del genoma humano puede ser reprogramado.
¿Cómo se puede influir en el código genético? La genética tradicional lo hace a través del método quirúrgico de “cortar y pegar”. Los investigadores rusos proponen “armonizar los sonidos –es decir, las palabras- en determinada frecuencia”. Y así han logrado éxitos específicos, como reparar cromosomas dañados por rayos X.
Este enfoque explica, por ejemplo, los descubrimientos del científico japonés Masaru Emoto, que demostró cómo las palabras y la música son capaces de alterar la estructura molecular del agua. La curación de cáncer a través del sonido de cuencos de cuarzo. El poder de la musicoterapia. El funcionamiento de las afirmaciones positivas, los mantras, las inducciones hipnóticas y la oración.
Las maestros espirituales vienen insistiendo desde hace miles de años en el potencial que tienen la repetición de oraciones y palabras, o los estados alterados de conciencia, para actuar sobre la propia salud y la de los demás. La clave es “entrar en resonancia con nuestro propio yo”. ¿O deberíamos decir “nuestro propio ADN”?
Continuación: ADN misterioso (II): El ordenador espiritual
Para saber más
Los experimentos de Peter Garjajev y su equipo están desarrollados en el libro The DNA-wave Biocomputer.
La estructura del ADN
La hélice de AND es una doble cuerda doblada. Cada cuerda está compuesta de alrededor de 3.1 billones de nucleótidos. Los nucleóticos forman todos juntos esta cadena inmensa. Hay solo cuatro bases diferentes de nucleóticos en la cadena. Las bases se denotan por la letra inicial de cada uno, Adenina (A), Citosina (C), Guanina (G), y Tiamina (T). Tres de estas bases de la cadena forman un triplete o codón. Hay solo 4³ = 64 tipos diferentes de codones en la cadena de AND. Cada triplete o codón es el equivalente genético de un aminoácido, el ladrillo de la proteína. Una proteína consiste en varios cientos de aminoácidos, así que toma el mismo número de codones codificar una proteína. Se llama GEN a la secuencia de codones que codifican una sola proteína.
Los nucleóticos forman puentes de pareja de bases entre las dos cuerdas de ADN. Uno de los nucleóticos de la pareja base es una de las cuerdas del ADN y la otra en la cuerda opuesta del ADN. De esta forma las parejas bases forman un puente, un enlace químico entre las dos cuerdas de ADN que se mantienen unidas en una escalera de caracol formando la doble hélice.