ADN misterioso (II): El ordenador espiritual


El ADN humano es una Internet biológica, superior a la artificial. La clarividencia, la intuición, los actos remotos de curación, o el aura alrededor de las personas espirituales, encuentran bases científicas. La “conciencia de pertenecer a un todo” no es patrimonio de las religiones, sino una característica intrínseca de nuestro ser.

Por Claudio Fabián Guevara

“El ADN humano es una Internet biológica y superior en muchos aspectos a la artificial”. Definen Von Grazyna Fosar y Franz Bludorf, autores de “Vernetzte Intelligenz”, un libro que analiza las investigaciones de Peter Garjajev y su equipo sobre el ADN.

“La última investigación rusa directa o indirectamente explica los fenómenos tales como la clarividencia, la intuición, los actos espontáneos y remotos de curación, la autocuración, las técnicas de afirmación, la luz/aura inusual alrededor de personas (denominados maestros espirituales), la influencia de la mente sobre los patrones del tiempo atmosférico y mucho más”.[i]

Peter Garjajev
Peter Garjajev

 

Los descubrimientos de Garjajev sobre el ADN no sólo permiten pensar en una ciencia genética diferente, sino que también abren las puertas al entendimiento de fenómenos de la vida espiritual. Que, al calor del paradigma mecanicista de la modernidad, fueron tachados como pura superstición o charlatanería por la ausencia de explicaciones “científicas”.

 

La espiritualidad, entendida como “conciencia de pertenecer a un todo”, no sería patrimonio exclusivo de las variadísimas creencias y religiones que ha desarrollado el género humano. Sino una característica intrínseca, incrustada en las bases primigenias de nuestro ser.

Un bio-ordenador de ondas

En la primera entrega de esta serie (ADN misterioso (I): El libro de la naturaleza) vimos cómo los nucleóticos del ADN, jugando el papel de caracteres, conforman “textos”. Secuencias de instrucciones organizadas según los mismos patrones de las lenguas humanas, a partir de los cuales se conforman los procesos orgánicos.

El ADN es en definitiva un bio-ordenador capaz de enviar y recibir información a través de ondas. Este proceso permite modificar los patrones de comportamiento de las células.

Las ondas del ADN –igual que las de radio o TV-, almacenan información y tienen la capacidad de propagarse a grandes distancias. Por su parte, el aparato cromosómico tiene la capacidad de trabajar como una antena de recepción y trasmisión de estas ondas. Las lee, codifica y reenvía.

“Todos somos portadores de un microchip electrobiológico, un superconductor que toma la información electromagnética del ambiente”, resume Antonio Muro en “Discovery Salud”. [ii]

De esto se deduce que el ADN puede ser afectado en forma dañina por la radiación electromagnética del ambiente (algo que ya sabíamos), pero también a la inversa, puede ser influido y modificado positivamente por ciertas frecuencias: sonidos, vibraciones, música… y emociones!

Esta línea teórica sostiene que las emociones tienen una frecuencia vibratoria, y que hay solamente dos tipos de emociones que los humanos pueden experimentar, amor y miedo.

El resto de las emociones son derivadas de estas dos. El miedo tiene una frecuencia lenta y larga. El amor es una oscilación rápida y alta. Por su forma de onda, el amor “toca” relativamente más puntos del ADN que el miedo. Por lo tanto, en un individuo viviendo con MIEDO el número de “antenas” se ve limitado, y su sistema inmunológico y su salud en general se debilita. En un individuo viviendo con AMOR se registra el fenómeno inverso.

En resumen, el ADN es un súper-ordenador espiritual, capaz de percibir, interpretar y verse afectado por fenómenos que la sabiduría popular ha bautizado como “mala onda”, “buena vibra” y otras expresiones, tan llamativamente cercanas en su terminología al argot científico que Garjajev y su equipo desarrollaron en la “genética de ondas”.

Y esto no es todo. El nuevo mapa del mundo que despliegan estos descubrimientos muestra consecuencias aún más sorprendentes.

“El Efecto Fantasma”

En cámaras de vacío especiales, los científicos rusos irradiaron muestras de ADN con luz láser. Surgió un patrón de ondas, un “dibujo”. Los fotones se alinearon bajo la influencia de las ondas del ADN. Lo sorprendente fue que cuando las muestras de ADN fueron retiradas, este “dibujo” no desapareció, sino que permaneció (en algunos casos hasta un mes).

Este fenómeno, denominado “Efecto Fantasma del ADN”, se atribuye a que el campo energético se mantiene por sí mismo aún después retirada la muestra de ADN.

Vladimir Popinin, físico cuántico, relata que después de reproducir esto muchas veces, se vieron obligados a aceptar que esta “nueva estructura de campo estaba siendo excitada desde el vacío”.

Aparentemente, la oscilación vibratoria del ADN causa patrones de perturbación en el vacío, produciendo “agujeros de gusano”. Para la física, los “agujeros de gusano” son como túneles que conectan áreas completamente diferentes del universo, a través de los cuales se puede transmitir información. En los experimentos, el ADN ausente sería capaz de “comunicar” sus ondas a través de esos agujeros.

La transmisión de información a través de los microtúneles del ADN nos habla de una posible comunicación a nivel cuántico.  –La hipercomunicación- rompería las barreras del espacio y del tiempo, y confirmaría la visión holística de un ser humano interrrelacionado con todo y con todos.

NOTA ANTERIOR:

ADN misterioso (I): El libro de la naturaleza

Continuación:

ADN misterioso (III) :: La hipercomunicación cósmica

 


[i] “El efecto fantasma del ADN”, Von Grazyna Fosar y Franz Bludorf. Disponible en http://www.autoconocimiento.net/2010/05/el-efecto-fantasma-del-adn

[ii] “Las palabras pueden modificar el ADN”, Antonio Muro, en Discovery Salud. Disponible en http://www.dsalud.com/numero67_1.htm


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