Mujeriegos y reventadas :: La era de los vínculos flexibles
¿Todos somos libertinos? Si uno se deja llevar por los comentarios, no se salva nadie. En realidad, un cambio profundo afecta las relaciones sociales y la vida sentimental.
¿Por qué somos tan duros con el sexo opuesto? Si uno se deja llevar por los comentarios, el mundo actual se divide entre “mujeriegos” y “reventadas”. No se salva nadie, y los que parecen andar por la vida derechitos, en realidad “caretean”.
En un pueblo es peor: sabemos la historia sentimental de cada vecino, y le contabilizamos cada aventura, noviazgo o cambio de parejas, ya por rabia moral o por auténtica envidia.
Pero no se trata de que todos nos volvimos libertinos. En realidad, un cambio profundo afecta las relaciones sociales, y se refleja también en la vida sentimental.
Emociones superficiales
Richard Sennet, en “La corrosión del carácter”, analizó hace varios años cómo ha cambiado la vida con la flexibilidad laboral y la deslocalización de la vida de las personas. Hace un siglo, lo usual era vivir toda la vida en la misma ciudad, rodeado de los mismos vecinos y con la misma pareja. A veces, en la misma casa que se heredaba de los padres. Uno comenzaba a trabajar en el ferrocarril a los 18 años, y se jubilaba en la misma empresa a los 65. Ese modelo de vida estaba fuertemente anclado en una identidad fija a través de los años, que proveía seguridades y certidumbres.
Hoy ese panorama ha cambiado radicalmente. Y la consecuencia en el carácter de la gente, dice Sennet, es que los vínculos emocionales son mucho más superficiales. En el nuevo paradigma, la gente cambia de empleo regularmente, se muda de ciudad y de país, y por supuesto funda y refunda nuevas parejas y grupos familiares. Es el modelo de los hijos de múltiples orígenes –los míos, los tuyos y los nuestros- y los roles pasajeros al frente de cada hogar:
– ¡Ese papá es re-divertido! ¡Yo ya lo tuve! (un niño en un sketch teatral).
La fidelidad se ha vuelto un valor relativo y escaso. Se nota en la filosofía resignada del “Nadie muere mocho” que alude a la fatalidad inevitable de los cuernos, y en cada pelea de novios, que por breve que sea, es el pretexto para una aventura sin culpa:
-Sí, salí con ella. ¡Pero fue esa semana que estábamos peleados!
En este mundo donde se rinde culto al cambio permanente, la ansiedad de consumo se traslada a las relaciones: queremos cambiar de pareja como quien cambia de smartphone. Es un tapping de relaciones ante cualquier pasaje monótono o aburrido.
Sospecho que al principio parecía divertido. Como cuando apareció el control remoto, y la televisión multicanal. Después nos dimos cuenta que, a veces, la abundancia aburre. Que pasamos por 50 canales y todos nos provocan un bostezo. Que quisiéramos volver a las épocas en que lo único que había para ver eran las aventuras de El Zorro, pero nos pegábamos a la pantalla, fascinados.
La frustración de la abundancia
Con las relaciones ocurre algo parecido. Ahora que hay tanta libertad y tantas oportunidades, no hay nada que nos conforme. Y el sentimiento es de frustración más que de regocijo.
Hombres y mujeres parecen estar enojados con ese estilo de vida donde andar de levante es parte de la rutina de cada persona sola, pero donde cunde el desencuentro y la soledad.
– Minas para joder abundan. Lo que no hay son mujeres para armar una pareja (Sebastián, 29 años).
Es joven, y lo dice en serio. Luego recuerda con amargura que se peleó con su novia por una pavada, y a poco tiempo ella apareció embarazada y terminó en pareja con un desconocido. “Nunca más”, menea la cabeza, sin entender.
– Yo no estoy para joder. Quiero algo serio. Pero todos los tipos quieren lo mismo (Carolina, 34 años).
Lo dice con cara de culo, como si una relación seria fuera necesariamente aburrida. Como si, además, pudiera atraer al hombre de su vida con esa expresión de insatisfacción y hostilidad.
En suma: hombres y mujeres se acusan mutuamente de los mismos pecados…
– Son unos mujeriegos, les gustan todas, en lo único que piensan es en ponerla.
– Son unas reventadas, están en la joda, cualquier colectivo las deja en la puerta.
Me parece que tanto resentimiento tiene una raíz mucho más simple. La flexibilidad sentimental no es una buena receta. Todos necesitamos conexiones emocionales fuertes y duraderas para sentirnos bien.
Por eso extrañamos enamorarnos, amar y ser amados con la entrega de nuestros abuelos. Sentimos nostalgia de aquella ilusión de estar con alguien para siempre. Estamos como niños extraviados, con hambre y frío, esperando que aparezca alguien y nos lleve de la mano de regreso a casa.
Me pregunto, a modo de reflexión, quién puede juzgar a una mujer que tuvo un sueño (como el de amar a un hombre para toda la vida…) y que no se cumplió finalmente…? quién puede…? Todos necesitamos sentirnos deseados, queridos, importantes, y cuándo eso se pierde? Se perdió el amor… Y buscarlo no es pecado, y encontrarlo menos… (aunque sea fuera de las convencionalidades…)
Nunca habia leido este articulo…QUE CIERTO QUE ES,,,,POR ESO NUNCA ME INTERESARON LAS RELACIONES LIGTHS,,,,,NO HAY NADA MEJOR QUE LAS RELACIONES PROFUNDAS, DONDE SE PRODUCE ESA FUERTE ENERGIA QUE TE LLENA ELCUERPO Y EL ALMA, QUE TE PERMITEN EL CRECIMIENTO, LA CONTENCION Y LA AYUDA MUTUA…..PERO QUE LASTIMA!! CUANDO POR LOS MIEDOS, LOS PREJUICIOS Y LAS CONFUSIONESS REPRIMIMOS ESA ENERGIA Y TODAS LAS EMOCIONES QUE NOS GENERA. Y NO DEJAMOS QUE SE DESARROLLE PARA QUE CREZCA