Vivir (casi) sin dinero: la receta de Dolly Freed


Como todo proceso adictivo, la escalera monetaria no tiene fin. ¿Es posible liberarse del dinero, sin abrazar una vida de pobreza? Qué hacen y dicen los que lo lograron.

“Dios le dio al hombre una vida fácil, pero el hombre se la complica en su ansia de lujos”. Diógenes.


Por Claudio Fabián Guevara

¿Es posible vivir sin dinero?

El sentido común nos dice que no. Estamos habituados a pensar que es la única forma de ganarse la vida, y ponemos todas nuestras energías en conseguirlo. Lo relacionamos con la seguridad, la comida, el acceso a la salud y la educación, incluso con la aceptación de los demás y la inclusión en la vida social.

Sin embargo, la crisis del modelo basado en el dinero, y la exclusión de cada vez mayor cantidad de personas de su circuito, va dibujando modelos de vida alternativos. ¿Una utopía o un camino posible?

►De la herramienta al bien esencial

El dinero nació como una herramienta para regular los intercambios entre los productores, en una economía donde los bienes tangibles eran lo más apreciado. Pero con la sociedad financiera, se convirtió en el bien por excelencia, en la materia prima de casi todos los procesos productivos. Quienes controlan el dinero, los bancos, no producen ningún bien tangible. Pero se han adueñado de casi todas las esferas de la vida económica, directa o indirectamente.

Los productores, los ciudadanos corrientes, estamos a merced de quienes detentan el poder monopólico sobre la producción y circulación del dinero: los gobiernos, que acuñan la moneda, y los bancos, que lo multiplican ficticiamente en asientos bancarios. El dinero se ha convertido en casi la única forma de reserva para los ciudadanos, pero es cada vez más insegura con el auge de las corridas bancarias, las devaluaciones y otras catástrofes financieras que los dueños del dinero manejan a su antojo.

El dinero ha invadido todas las relaciones sociales, envenenando la mayoría de ellas. Actividades que antaño tenían un código basado en vínculos solidarios, como la educación y la salud, se han convertido a la lógica monetaria. Ya no somos alumnos de nuestros maestros, o pacientes de nuestros médicos: ahora somos sus clientes.

Habituados a relacionarlo con nuestro bienestar, y hacemos del dinero nuestro principal objetivo. Como todo proceso adictivo y tóxico, la escalera de la satisfacción monetaria no tiene fin: conseguida una casa, nos planteamos otra más grande. Y así en todos los órdenes. Nos encadenamos a un empleo, una carrera o un negocio. La vida se nos pasa mientras estamos ocupados obteniendo dinero.

¿Podría ser de otra manera? ¿Hay alternativas?

►“Cómo vivir (casi) sin dinero”

Un modelo de vida “no monetario” no implica abrazar una vida de pobreza, sin comodidades ni acceso a bienes, sino simplemente abandonar la creencia de que el dinero es la única vía para conseguirlos, o la única forma de relación posible entre productores.

Aparte de los esfuerzos de pensadores y movimientos por crear un modelo de sociedad no monetaria (ver abajo), hay casos de personas y familias que se deshacen de la telaraña de las relaciones monetarias para desarrollar una existencia en mayor libertad.

Dolly Freed es el más clásico de los ejemplos, que escribió a los 18 años un libro que se volvió referencia: “Cómo vivir bien sin un empleo y (casi) sin dinero”. En él describe su experiencia práctica con su padre: un modelo basado en la producción para el auto-consumo, y una filosofía que arroja por la borda una cantidad de objetos y servicios superfluos.

Dolly dice, palabras más o palabras menos:

“Es más difícil y esclavizante ganar dinero a través de un trabajo para comprar cosas, que aprender a hacer esas cosas por nosotros mismos, y así obtenerlas sin necesidad de dinero”.

Es una receta artesanal para vivir con pocos recursos monetarios, pero también una forma de sanación mental y espiritual, para evitar los conflictos que nos provoca tener al dinero como meta central, y vivir atesorando, atemorizados por el futuro.

Dolly Freed, en sus años mozos.
Dolly Freed, en sus años mozos.

La experiencia de Dolly Freed

Dolly Freed y su padre no vivieron su experiencia en el aislamiento social, sino en una zona urbana de los EE.UU. Por lo tanto, su fórmula es una combinación de estrategias que incluye la disposición de una mínima cantidad de dinero. Dice, por ejemplo, que no tiene sentido renunciar a la electricidad dada su alta cantidad de beneficios en relación con su precio. Tampoco se pretende producir TODOS los alimentos y enseres (hay un presupuesto destinado a la compra de ciertas mercancías), ni la vestimenta y el calzado. Pero sí, por supuesto, la familia Freed se mueve a pie y en bicicleta, usa bicarbonato en vez de dentífrico, no paga seguros ni impuestos, practica la caza y la pesca, cría conejos y tiene su propia huerta. Para adquirir el poco dinero necesario, hacen artesanías o hacen trabajos eventuales. Luego, se proveen de muchos servicios a través del trueque y el intercambio no monetario. Un detalle importante: posee su propia casa (todo un tema, porque “si pagas alquiler estás encerrado en la economía del dinero”, dice Dolly).

Dolly aclara que su opción de vida no tiene que ver con una ideología, sino simplemente con el propósito de disfrutar la vida:

“Podemos darnos el lujo de disfrutar de mucho tiempo libre porque satisfacemos nuestras necesidades materiales con poco esfuerzo y poco dinero”, asegura.

No se trata de una fórmula fija. Dolly invita a cada quien a encontrar el punto de encaje entre sus propias aspiraciones de consumo y la cantidad de trabajo que desea invertir.

“Si no puedes hacer todo el recorrido, por lo menos haz una parte. Si no puedes convertirse en un No consumidor, intenta ser un mini-consumidor”.

Y detalla recetas y operaciones para ir sustituyendo productos del mercado monetario por los elaborados en la casa, al mismo tiempo que nos vamos emancipando de la adicción del consumo.

Dolly confiesa que lo más útil de un cambio mental de este tipo es adquirir confianza para tener libertad de elección: “Es muy probable que vaya a conseguir un trabajo algún día: para ver lo que está pasando allá en el “mundo real” o para – bueno, ya sabes- conocer hombres. Pero nunca me encontraré en una situación en la que necesite un trabajo”.

¿Nos hace falta una desintoxicación de la adicción del dinero? ¿Podemos aplicar algo de esta filosofía en nuestra vida cotidiana?


Ironía vs. mitos de la sociedad industrial

“Cómo vivir bien sin un empleo y (casi) sin dinero” es un libro que tiene mucho humor e ironía sobre los mitos de la sociedad industrial que alimentan nuestro sentido de falsa seguridad. Le responde a las habituales objeciones (“¿Y no piensas en preparar una vejez tranquila?” “¿Cómo puedes vivir sin seguro social”?) con una lógica demoledora:

    • “Los seguros y la seguridad social son un evidente esquema piramidal en el que no se puede confiar”.
    • “No hay realmente nada que haga ahora como una persona joven para vivir, que no pueda ser capaz de hacer cuando sea vieja”.
    • “Me niego a pasar los primeros sesenta años de mi vida, preocupándome por los últimos veinte”.

Hacia una sociedad sin dinero

Las posturas no monetaristas se reflejan en diferentes vertientes:

Economía basada en recursos: Este concepto, elaborado por Jacque Fresco, es un sistema en el cual todas las mercancías y servicios son disponibles sin el uso de dinero, crédito ni otros sistemas de endeudamiento. Los recursos se convierten en el centro del sistema de producción. Fresco sostiene que la práctica actual de racionar los recursos a través de métodos monetarios es irrelevante y contraproductiva a los fines de la supervivencia y el desarrollo de la humanidad.

Intercambio no monetario entre productores: Los préstamos gratuitos y la colaboración voluntaria en trabajos comunitarios son clásicas operaciones económicas, sin intermediación del dinero, que aún persisten en la vida moderna. A estos se agregan las redes de trueque -que han tenido un desarrollo inmenso en las últimas décadas, sobre todo en países que sufrieron el desplome total de las estructuras monetarias, como Argentina- y otras formas de gestión y producción no mercantil, como huertos comunitarios.

Producción para el auto-consumo y consumo sustentable: Huertos caseros, energía solar y eólica, producción artesanal de bienes y alimentos, y un estilo de vida orientado a combatir el derroche. El libro de Dolly Freed es un caso clásico. También la experiencia de Beavan, una familia neoyorquina que se propuso reducir sustancialmente su nivel de consumo sin afectar sin calidad de vida, reflejado en la película “No impact man”.30


Referencias

Hay una versión completa (en inglés) del libro de Dolly Freed en http://survivalistwiki.com

La película “Zeitgeist”, disponible gratuitamente en internet en muchos sitios, ofrece un panorama muy claro acerca de las estructuras esclavizantes de la sociedad del dinero.

Sindinero.org. Una web que busca luchar contra el consumismo y fomentar lo gratuito frente a lo monetario. Aglutina de una forma localizada, concentrada y organizada, toda una serie de recursos gratuitos e información que en muchas ocasiones tenemos a nuestro alcance y no conocemos, y que nos facilitan el acceso a un estilo de vida menos esclavizante y dependiente del dinero.


One thought on “Vivir (casi) sin dinero: la receta de Dolly Freed

  • 29 enero, 2015 at 00:53
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    Hola Claudio
    Te cuento yo no leí ese libro, pero ya hace unos 20 años decidí no volver a trabajar en mi vida ; así que doy fe que se puede vivir sin trabajar ; lo que hice es combinar no tener que trabajar y a su vez tener el dinero suficiente para vivir prudente y razonablemente bien.
    Lo que me impulsó hacerlo, es que no me gusta trabajar, a nadie de mi familia le gustó nunca ; capaz que es genético
    Tal vez podría reclamar una pensión…..
    Lo del trueque es un cuento chino, la experiencia Argentina lo destrozó
    Podría escribir un libro al respecto, pero da trabajo
    Saludos
    Rubén (LG) (clásico)

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