Sentipensar: La escuela de las emociones


El encuentro entre sentimiento y razón está en el centro de un nuevo modelo educativo. El concepto de “Sentipensar” propone promover no solo capacidades lógico-matemáticas, sino también habilidades emocionales.

Por Claudio Fabián Guevara

El término “Sentipensar” fue acuñado por el académico español Saturnino de la Torre en 1997, en sus clases de creatividad. Se define como “el proceso mediante el cual ponemos a trabajar conjuntamente pensamiento y sentimiento”, y viene a poner balance en la separación tradicional entre ambos conceptos.

“Sentipensar es la fusión de dos formas de percibir e interpretar la realidad a partir de la reflexión y el impacto emocional, hasta converger en un mismo acto de conocimiento y acción. Sentipensar es el encuentro intensamente consciente entre sentimiento y razón”.[i]

Esta corriente –liderada por el propio de la Torre junto a la brasileña María Cândida Moraes- señala el horizonte de la escuela del futuro, orientada no solamente a promover capacidades lógico-matemáticas y adquisición de conocimientos, sino también habilidades emocionales para formar ciudadanos competentes y felices.

Emocionarse para aprender

“Pensar y sentir se han separado tanto en la tradición educativa que mientras nos hemos esforzado en promover formas de reflexión, de análisis y síntesis, de deducción lógica… hemos relegado la dimensión emocional al terreno de lo personal e íntimo. El sentir ha quedado relegado de los procesos formativos”, dice Saturnino. “Sin embargo hoy sabemos que las decisiones importantes en la vida, que el éxito profesional, que los grandes logros y la entrega al trabajo, que muchos de los grandes descubrimientos tienen como trama de fondo la fusión de diferentes impulsos básicos como pensar, sentir, actuar, persistir, interactuar, etc”.

Este enfoque propone poner mucho más énfasis en la influencia de las emociones en el ámbito educativo, no sólo como una manera de promover el bienestar personal, sino también porque está comprobada la íntima relación de un adecuado clima emocional con la adquisición de conocimientos.

“Todos tenemos alguna experiencia de cómo cuando recibimos mensajes positivos o halagadores… (), aumenta la fluidez de asociaciones, nuevas ideas y ocurrencias ingeniosas. La creatividad ideativa se acrecienta. Por el contrario, cuando nos sentimos rechazados, heridos, no escuchados o criticados, se nos bloquea el pensamiento, generamos actitudes defensivas y críticas, y perdemos la capacidad explicativa, argumentativa y de empatía. Decrece nuestra habilidad asociativa. ¿Quién no vivió esta situación por ejemplo ante un examen? Una prueba más de cómo funcionan en la práctica los procesos de pensar y sentir” [ii].

La utilización de estrategias de índole emocional activan los procesos de “sentipensar” y consiguen que la persona se implique activamente en los procesos de formación. La receta propone entonces el uso intensivo de música, imágenes, filmes, relatos, metáforas y todo tipo de estrategias orientadas a la apelación emocional de los estudiantes. Ello nos lleva a repensar la educación en términos de “biología del amor”, dicen de la Torre y Moraes.

“Corazón-cerebro”, un mismo sistema

“Son las emociones, según Maturana, que moldean el operar de la inteligencia y abren y cierran los caminos para posibles consensos a ser establecidos en nuestra vida cotidiana. El ejemplifica, diciendo que la envidia, el miedo, la ambición y la competición restringen la conducta inteligente porque estrechan la visión y la atención. Para él, solamente el amor amplía la visión en la aceptación de sí mismo y del otro, a partir de las condiciones en que se vive y expanden las posibilidades de un operar más inteligente”. [iii]

“Cuando el cerebro emocional se desajusta, escribe Servan Schrieber, el corazón sufre y acaba por agotarse. Pero el descubrimiento más sorprendente es que esta relación tiene doble sentido. En cada instante, el equilibrio de nuestro corazón influye en nuestro cerebro. Algunos cardiólogos y neurólogos han llegado incluso a hablar de un “sistema corazón-cerebro” indisoluble. Esto es precisamente lo que intentamos expresar con el concepto “sentipensar”, llevado al terreno educativo. [iv]

Esta escuela se propone concienciar a los docentes sobre “la importancia de crear climas gratificantes, de intercomunicación y de sensibilidad emocional como vehículo para adquirir conocimientos, habilidades y actitudes positivas en relación a la vida y a la educación”. Para esto, propone cultivar en el aula diferentes lenguajes y estímulos: visuales, musicales, verbales, paralenguaje, táctiles, cinéticos, olfativos…” [v]

La pregunta surge naturalmente: “¿Por qué educar para sentipensar?”

Pues para “reencantar la educación”, responden sus promotores (ver recuadro).  “Vivimos en un periodo muy difícil de la historia de la humanidad, donde predomina la violencia, la destrucción, el desinterés, la falta de cuidado y desvalorización de la vida. Al mismo tiempo, en relación con la escuela, es un periodo de desencanto, de desinterés de profesores y alumnos, y de baja calidad de enseñanza”. [vi]

En este contexto, los principios del sentipensar pueden sentar las bases para el salto evolutivo que el sistema educativo reclama a fin de resignificarlo, aumentar su efectividad y combatir el clima de tedio que amenaza las aulas de todo el mundo.


Un programa para “reencantar la educación”

“No podemos seguir educando con procedimientos de ayer a alumnos que ya viven en el mañana. Toda educación debe ser para el futuro aunque se base en el pasado cultural. Es por ello que necesitamos reflexionar sobre los presupuestos teóricos, sobre las políticas y sobre las prácticas de la educación actual y su congruencia con el tipo de ciudadano y ciudadana que queremos tener en nuestro país.

El estudiante de hoy será el artífice de la sociedad de mañana, de ahí la importancia de su formación. Si queremos ciudadanos receptivos, pasivos, meros consumidores de cultura y de bienes materiales, preparados para que las empresas o la administración les brinde trabajo, sin conciencia social ni terráquea, sin duda el modelo actual es pertinente.

Pero si por el contrario estamos pensando en un tipo de sociedad de la información desarrollada, en ciudadanos con iniciativa, con actitud y capacidad para brindar servicios en lugar estar a la espera de que se les ofrezcan, ciudadanos y ciudadanas que han asumido como propios los valores de la democracia, la justicia, la convivencia, la autonomía y autoorganización, personas que luchen por tener para ellas y para sus conciudadanos una calidad de vida sostenible…, entonces irremediablemente hemos de pensar en otro tipo de educación.

Una educación que se nutra de la sociedad y de la vida, que salga del aula para retornar a ella con nuevos valores, con vitalidad, con entusiasmo para reencantar a formadores y alumnos”.

Extracto del artículo “Educando para la vida. Un Programa para reencantar la educación”, de los autores S. de La Torre y M. C Moraes.


Bibliografía

[i] “Qué es Sentipensar”. M. Cândida Moraes y Saturnino de la Torre. Disponible en http://www.ub.es/sentipensar/index.html

[ii] SENTIPENSAR. Estrategias para un aprendizaje creativo. Saturnino de la Torre. Documento de Didáctica e Innovación Educativa. Universidad de Barcelona. Disponible en: http://www.neuronilla.com/index2.php?option=com_content&do_pdf=1&id=116.

[iii] “Educar en la Biologia del Amor” de M.C. Moraes, PUC/SP, Febrero del 2001.

[iv] PREGUNTÁNDONOS SOBRE SENTIPENSAR M. Cândida Moraes y Saturnino de la Torre. Disponible en www.ub.es/sentipensar/pdf/satur_cand/preguntandonos_sobre_sentipensar.pdf

[v] PLANIFICACIÓN Y ESTRATEGIAS PARA LA ACCIÒN. Educando para la Vida a través de Sentipensar. Maria Candida Moraes y Saturnino de la Torre

[vi] PREGUNTÁNDONOS SOBRE SENTIPENSAR, M. Cândida Moraes y Saturnino de la Torre. Idem


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