Seres eléctricos y vibracionales


La tierra, nuestro ambiente natural, es una enorme caja de resonancias, y nuestros cerebros están “sintonizados” en la misma frecuencia. Biólogos y físicos coinciden: radiofrecuencias y campos magnéticos tienen una influencia decisiva en los sistemas vivientes.


“Si se cambia la vibración, se cambia la expresión, la carne y el cuerpo también”. Deepak Cropa. Dcoumental “Sonidos curativos”.


Numerosas evidencias permiten pensar que ondas, radiofrecuencias y campos magnéticos son una influencia clave en la salud, pese a ser un campo extrañamente ignorado, cuando no maliciosamente suprimido en la investigación médica y científica ortodoxa.

El doctor Glen Rein, del Stanford University Medical Center, en un estudio sobre el tema, considera que “relativamente poco es conocido acerca del rol de ondas (…) en los sistemas biológicos” (Rein, (1989)).

Es que apenas en las últimas décadas la ciencia oficial ha comenzado a percibir la dimensión eléctrica y vibracional de nuestros cuerpos.

En “The Electric Body”, un libro de 1998, Robert Becker y Gary Selden repasan el rol de los campos eléctricos en los procesos de curación y regeneración de partes del cuerpo, afirman que los huesos son elementos piezo eléctricos y que ciertas partes del cuerpo tienen una polaridad positiva y negativa. Los autores definen todo esta descripción como “nuestro ser bioeléctrico” y narran el uso de estimulación eléctrica en procesos de curación. Finalmente expresan su preocupación por el efecto perjudicial que los campos electromagnéticos puedan tener sobre los organismos vivientes (Becker & Selden, 1998).

La resonancia Schumann

La tierra misma es un enorme campo electromagnético. Mientras la ionósfera está cargada positivamente, la superficie de la tierra posee una carga negativa. La tensión entre ambas genera en la cavidad entre la tierra y la inósfera, una serie de frecuencias que descubrió en 1952, profesor W. O. Schumann de la Technical University of Munich. Estas ondas electromagnéticas, que se ubican en un rango de frecuencias entre “muy bajas” (VLF) y “extremadamente bajas”.

Son denominados “Resonancia Schumann” y han sido definidas como el “diapasón de la vida”, ya que actúan como una frecuencia de fondo que influye en las oscilaciones biológicas del cerebro de los mamíferos. Dicho en pocas palabras: nuestros cerebros “resuenan” en la misma frecuencia de la tierra. Si nos falta la “Resonancia Schumann” empezamos a padecer vértigo, dolores de cabeza, fatiga y otros síntomas. Los astronautas evitan estos problemas con la instalación en las naves especiales de generadores artificiales de la resonancia Schumann (Dickenson, 2011).

El lenguaje de las moléculas

Frecuencias y campos magnéticos parecen ser un fundamento biológico clave. Jacques Benveniste, doctor en medicina, interno de los hospitales de París y director de investigaciones del INSERM, demostró que la comunicación entre las moléculas, que es esencial para la vida, es de naturaleza electromagnética.

En el año 1991, con la ayuda de un detector electromagnético y un amplificador de baja frecuencia, pudo transferir una señal molecular. Una etapa suplementaria fue alcanzada en el año 1995, cuando consiguió grabar esta señal molecular en un simple ordenador multimedia. En el año 1996, en un espectacular experimento conducido entre el laboratorio de Benveniste en Clamart-Paris (Francia) y el laboratorio de Northwerstern University, en Chicago (EE.UU), la señal grabada fue transmitida entre París y Chicago. La señal electromagnética recibida fue difundida en agua, que hizo de mediador, y provocó las mismas reacciones biológicas que si la molécula emisora hubiera estado físicamente presente. Otras experiencias, confirmadas en numerosos laboratorios en el mundo entero fueron efectuadas con éxito.

El ADN como antena

A este panorama se sumaron recientemente las derivaciones lógicas de la investigación sobre el ADN dirigida por el ruso Pjotr Garjajev. En el equipo de Garjajev, una red transdisciplinaria, afirma que el ADN dialoga con el entorno biológico a través de sonidos y vibraciones, y que es “un texto editable por medio de sonidos y frecuencias”.

Las investigaciones de Garjajev muestran al ADN como un bio-ordenador capaz de recoger y transmitir información de su entorno a través de ondas, a partir de las cuales pueden modificarse los patrones de comportamiento de las células. ¡Y viceversa! El ADN “entiende” ciertas frecuencias, por lo tanto es posible intercambiar información con él, e influir en el código genético. ¿De qué manera? La genética tradicional lo hace a través del método quirúrgico de “cortar y pegar”. Los investigadores rusos proponen “armonizar los sonidos en determinada frecuencia”. Y así han logrado éxitos específicos, como reparar cromosomas dañados (Garjajev & Poponin).

Un mundo intangible

Tomar conciencia de esta dimensión intangible de ondas, frecuencias y vibraciones en lo que somos y en el mundo que nos rodea, abre la puerta a un campo fantástico de indagación. Podemos entender, por ejemplo, los experimentos del científico japonés Masaru Emoto, que alteran la estructura molecular del agua con el uso de palabras y música. La curación de cáncer a través del sonido de cuencos de cuarzo. El poder de la musicoterapia. El funcionamiento de las afirmaciones positivas, los mantras, las inducciones hipnóticas y la oración.

Entonces, podemos sospechar los fundamentos de método de cura con frecuencias que desarrolló el médico Raymond Rife en la década del 30, salvajemente combatido y destruido. Podemos vislumbrar la verdad última revelada en escuelas milenarias de pensamiento, o en decenas de prácticas sanadoras que trabajan con nuestra intangible bioenergía.

Seres eléctricos y vibracionales

En suma: hay una dimensión eléctrica y vibracional en nuestra biología fundamental. La tierra, nuestro ambiente natural de desarrollo, es una enorme caja de resonancias, y nuestros cerebros están “sintonizados” en la misma frecuencia. ¿Cómo no pensar que la explosión de radiofrecuencias y campos magnéticos de las últimas décadas pueda tener influencia en nuestra salud?

Para el bio-científico Ulrich Warnke, los campos electromagnéticos existían sobre la tierra antes de la aparición de la vida, han jugado un papel clave en la evolución y son un factor decisivo en el funcionamiento de los sistemas biológicos. Los campos magnéticos son un método generalizado para la orientación en el espacio y en el tiempo de todas las formas de vida, y la actual densidad de campos artificiales son los responsables no sólo de trastornos en la salud humana, sino también de la gradual desaparición de especies como las abejas, y de la desorientación de las aves y peces en sus itinerarios migratorios (Warnke, 2007).

“Con el advenimiento de la nueva tecnología inalámbrica, en particular, las microondas pulsadas a frecuencias próximas a la resonancia Schumann como en telefonía móvil, una nueva amenaza está surgiendo. Podemos estar creando un ambiente que está, literalmente, “fuera de sintonía” con la naturaleza misma. Y es en este punto que existe una necesidad urgente de comprender cómo todo lo vivo responde a los cambios más sutiles en los campos magnéticos y electromagnéticos que nos rodean” (Dickenson, 2011).

Indagación científica vs teorías esotéricas

No es simple emprender una indagación científica de estos fenómenos. Siglos de pensamiento disciplinarios nos han habituado a pensar que sobre ciertas cosas se puede tener un conocimiento real y objetivo, pero que otras pertenecen al área de las supersticiones, las creencias populares sin fundamento y las teorías esotéricas para ignorantes.

En este último campo se incluye todo lo que no se pueda “ver” y “medir” con técnicas ortodoxas:

“Medición es el fundamento del método científico de conocimiento, el medio por el cual la existencia del mundo material es admitida. A menos que se pueda medir algo, la ciencia no concede su existencia, motivo por el cual la ciencia rechaza lidiar con ´no-cosas´tales como emociones, la mente, el alma o el espíritu” (Pert, 1997).

Y yo agregaría: la bioenergía, las ondas cerebrales, la influencia infinitesimal de los ambientes urbanos masivamente magnetizados en nuestra salud y energía mental.

Entonces la pregunta es: ¿Cómo abordar desde un método científico esta suma de intangibles?


Apéndice:

Qué dicen biólogos y físicos

Estima Antonio Gómez Yepes que hace tal vez menos de dos décadas que la medicina ha tomado conciencia de la dimensión electromagnética de los seres vivos. Así, en este apéndice recogemos citas de biólogos, físicos y otros científicos que dan cuenta de este proceso.

Dice Jiin-Ju-Chang en “Substantial and Non- susbtantial structures in living systems”:
  • “Los campos electromagnéticos intrínsecos en los sistemas vivientes existen objetivamente y pueden jugar un rol más importante incluso que las estructuras sustanciales”. P. 199
  • “La comunicación (electromagnética) es la base de las regulaciones biológicas”. P. 214
  • “Los resultados de nuestros experimentos muestran que bajo ciertas tratamientos en campos electromagnéticos, células cancerosas de ratas se incrementaron significativamente, lo que sgnifica que  los campos electromagnéticos pueden afectar directamente al DNA”. P 210
Dicen Sineryk Ayrapetyan y Mark Markoven “Bioelectromagnetics. Current concepts”:
  • “La vida es un conjunto de eventos electromagnéticos materializados en un medio acuoso”. P. 4
  • “Débiles bajas frecuencias exógenas de campos eléctricos o magnéticos pueden modular ciertos importantes procesos bioquímicos y fisiológicos”. P. 5
  • “Estáticas, campos electromagnéticos de baja frecuencia y pulsaciones de campos electromagnéticos afectan sistemas biológicos vía la transferencia de información. Esta transferencia de información puede desencadenar procesos bioquímicos, vinculación de iones, transducción de señal”. P. 6

Para Mae-Wa-Ho, “la sensitividad de organismos a campos electromagnéticos tiene sus bases en la naturaleza eléctrica y electromagnética de todas las interacciones moleculares”. Y ejemplifica: “Si nuestros cuerpos son organizados por exquisita música electrónica, estos campos magnéticos artificiales pueden constituir la peor forma de interferencia cacofónica” (“The rainbow and the worm. The physics of organisms”, páginas 140 y 141)


FUENTES

Becker, Robert & Selden, Gary. The Body Electric: Electromagnetism And The Foundation Of Life. 1998.

GARAJAJEV, Pjotr & POPONIN, Vladimir. DNA BioComputer Reprogramming. Disponible en http://www.rexresearch.com/gajarev/gajarev.htm

Pert, Candace B. Molecules of Emotion. Nueva York, Scribner, 1997.

Dickenson, Ingrid P. “The Discovery of Schumann Resonance”.  Dickenson es consultora en polución electromagnética y fundadora de la práctica de la Medicina Energética. Su trabajo se puede ver en http://www.earthbreathing.co.uk. 2011.

Yepes, Antonio Gómez. Por qué funciona la estimulación electromagnética de baja frecuencia producida por el Estabilizador Inductivo Magnético (EIMA), en el tratamiento de diversas enfermedades incluyendo autoinmunes”. Disponible en www.terapiasmetabólicas.com

Warnke, Ulrich. Abejas, aves y hombres. La destrucción de la naturaleza por la contaminación electromagnética. Una publicación de la asociación alemana Kompetenzinitiativezum Schutz von Mensch, Umwelt und Demokratie (Iniciativa para la protección del hombre, el medio ambiente y la democracia). 2007

Ayrapetyan, Sineryk & Markov, Mark S. Bioelectromagnetics. Current concepts. NATO programme for security through Science. Springer, 2005.

Mae-Wa-Ho. The rainbow and the worm. The physics of organisms. World Science 1998. Singapure.

Mae-Wah-Ho, Musumeci, Francisco & Brizhik, Laritza. Energy and Information Transfer in Biological Systems. World Science 2003. Singapure.

Varios autores. What is life? Scientific & philosophical positions. World Science 2002. Singapure. Editado por H.P. Durr, F.A. Popp, W. Schommers.

Jiin-Ju-Chang, “Substantial and NON- susbtantial structures in living systems”, chapter 10, in “What is life”, op. cit.


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