Alfabetización ecológica: las 5 lecciones de la vida


Interdependencia, reciclaje, asociación, flexibilidad y diversidad son principios simples de los sistemas vivos que pueden inspirarnos para llevar una existencia más sabia. Claves para pensar de otra manera la economía, la comunidad y la vida cotidiana.

Por Claudio Fabián Guevara

La vida es una trama compleja. Sin embargo, hay principios simples de las comunidades de seres vivos –los ecosistemas- que pueden inspirarnos para llevar una existencia más sabia. En su libro La trama de la vida Fritjof Capra llamó “alfabetización ecológica” a este aprendizaje de los principios que rigen los sistemas vivos, y que nos puede servir tanto para construir comunidades humanas más amigables con la naturaleza, como para enriquecer nuestra vida cotidiana.

“Existen, por supuesto, múltiples diferencias entre comunidades humanas y ecosistemas”, dice Capra. “En éstos no se dan la autoconsciencia, el lenguaje, la consciencia y la cultura ni, por consiguiente, la justicia y la democracia, pero tampoco la codicia y la deshonestidad. Nada podemos aprender de los ecosistemas sobre estos valores y limitaciones humanos. Pero lo que sí podemos y debemos aprender de ellos, es cómo vivir sosteniblemente”.

¿Cuáles son esos principios y qué lecciones de vida nos pueden dar?


1. INTERDEPENDENCIA: El entretejido de la vida

Todos los miembros de una comunidad ecológica se encuentran interconectados en una vasta red de relaciones. Sus propiedades individuales y su misma existencia se derivan de estas relaciones. El éxito de toda la comunidad depende de éxito de sus individuos, y viceversa. La red de relaciones entre los miembros de una comunidad incluye múltiples circuitos de retroalimentación. Así, el comportamiento de cada miembro se ve influenciado por el comportamiento de muchos otros. Cualquier perturbación no tiene un único efecto, sino que sus consecuencias repercuten a través de toda la red.

Este principio se ve claramente en la vida económica: las suertes de empleados, empresas y clientes se encuentran íntimamente entrelazadas. Nos recuerda que la carrera del éxito aislado es descabellada. Que más que intervenir y decidir el curso de los acontecimientos, apenas podemos aspirar a influir en el ambiente. Y cada una de nuestras acciones está preñada de consecuencias.

2. RECICLAJE: El circuito inteligente

En los ecosistemas, los nutrientes son constantemente reciclados a través de diversos circuitos. Todos los organismos de un ecosistema producen desechos, pero lo que es residuo para una especie constituye alimento para otra, de modo que el sistema como un todo no produce desperdicios. A lo largo de millones de años comunidades enteras de organismos han evolucionado reciclando sin cesar las mismas moléculas de minerales, agua y aire. El concepto de “basura no reciclable” es una invención de la sociedad industrial.

La lección para las comunidades humanas es evidente. Mientras la naturaleza es cíclica, absorbiendo y reutilizando los mismos materiales, nuestros sistemas industriales son lineales: van en una sola dirección. Nuestros negocios absorben recursos, los transforman en productos y desperdicio y venden esos productos a los consumidores, que a su vez producirán más desperdicios.

Para ser sostenibles, los patrones de producción y consumo deben ser cíclicos, a semejanza de los procesos naturales. Esto implica rediseñar nuestra economía, basándonos crecientemente en energías renovables y separando los residuos para su permanente transformación y reutilización.

3. ASOCIACIÓN: “Dos cabezas piensan mejor que una”

La asociación se manifiesta como la tendencia de los seres vivos a establecer vínculos, vivir unos dentro de otros y cooperar unos con otros. Los intercambios de recursos en un ecosistema se sostienen por la cooperación. La sociedad industrial popularizó la idea de que la competencia es la principal fuerza de la evolución, pero las investigaciones más recientes demuestran que desde la creación de las primeras células hace millones de años, la vida sobre la Tierra se ha desarrollado mediante combinaciones cada vez más complejas de cooperación entre los seres vivos y el ambiente. Así se llegó el concepto de co-evolución, un proceso en el que las especies y el ambiente evolucionan juntos.

Salta a la vista la tensión entre esta dinámica propia de la vida y el modo en que nuestras sociedades están estructuradas. Nuestra economía enfatiza la competición, la expansión y la dominación. La vida, en cambio, pone el acento en la cooperación, la conservación y la asociación.

En las comunidades humanas, poner el acento en la asociación significa mayor democracia y poder personal, para que cada miembro de la comunidad desarrolle un papel importante. A medida que florece la asociación, cada parte comprende mejor las necesidades de las demás, todos los miembros aprenden y cambian: evolucionan juntos.

4. FLEXIBILIDAD: “Se dobla pero no se rompe”

En las comunidades vivientes hay circuitos de retroalimentación que tienden a restablecer el equilibrio del sistema ante los cambios del medio, que actúan como termostatos naturales. Por ejemplo, si se produce un incremento de las algas de un lago, aumentará la población de los peces que se alimentan de dichas algas, que a su vez se alimentarán de las algas, reduciendo su exceso. A medida que las algas disminuyen, empezará a escasear el alimento de los peces, lo cual hará descender su población y permitir a las algas recuperarse. Se genera una fluctuación que tiende a mantener el equilibrio entre peces y algas, y que se combina con otra infinidad de variables que constituyen la comunidad viviente del lago.

Todas las variables de un ecosistema fluctúan sin cesar, adaptándose a condiciones cambiantes. Cuantas más variables hay fluctuando, más dinámico el sistema y mayor su capacidad para adaptarse.

Este principio nos habla de la necesidad de cultivar la flexibilidad. A nivel comunidad, sugiere una estrategia de resolución de conflictos. En toda comunidad aparecen discrepancias que no pueden ser resueltas. Por ejemplo, la comunidad necesitará al mismo tiempo estabilidad y cambio, orden y libertad, tradición e innovación. Estos conflictos se resuelven mucho mejor desde un equilibrio dinámico que desde decisiones rígidas, dice Capra. Ambas partes de un conflicto pueden ser importantes en función del contexto.

En el plano de la vida cotidiana, la falta de flexibilidad se traduce a veces en forma de estrés. Cuando llevamos algunas variables de nuestra vida a valores extremos, nos inunda una creciente rigidez. Por ejemplo, si nos ocupamos nada más que de nuestro trabajo, descuidando otras dimensiones de la vida que permiten el equilibrio. No se trata de maximizar ninguna de las variables, sino de descubrir los valores óptimos de cada una.

5. DIVERSIDAD: “Ha de haber gente pa´ todo”

Un ecosistema es resistente si contiene en su seno multiplicidad de especies diferentes. Cuando una especie es destruida, de modo que se rompe un vínculo en la red, un ecosistema diverso será capaz de reorganizarse y sobrevivir gracias a que otros vínculos de la red podrán realizar la función de la especie desaparecida. Cuanto más compleja y biodiversa es la red, mayor su resistencia.

Dice Capra que en las comunidades humanas, la diversidad étnica y cultural puede representar el mismo papel. Significa distintos tipos de relaciones y modos de enfrentarse al mismo problema. En una comunidad así, con ideas e información fluyendo libremente por toda la red, la diversidad de interpretaciones y de estilos de aprendizaje enriquece a toda la comunidad.

Una comunidad humana diversa es una comunidad resistente, capaz de adaptarse a situaciones cambiantes, cuando está sostenida por una red de relaciones. Si la comunidad se halla fragmentada en grupos e individuos aislados, la diversidad puede fácilmente convertirse en una debilidad. Pero si la comunidad es consciente de la interdependencia de todos sus miembros, la diversidad enriquecerá a la comunidad entera, así como a cada uno de sus individuos.

Este principio invierte las miradas racistas, y dispara una bella perspectiva: ¿La cruza y el mestizaje nos están haciendo más fuertes?


Fuente: Fritjof Capra. La trama de la vida. Una nueva perspectiva de los seres vivos. Anagrama, Barcelona, 1998.


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