Identidad de género: ¿Por qué hombres y mujeres cambian sus roles?


Los atributos tradicionales que definen lo masculino y lo femenino se van disolviendo. Los papeles de hombre y mujer están en plena ebullición creativa. ¿Se borrarán las diferencias entre machos y hembras?

Por Claudio Fabian Guevara

¿Se siente desconcertado ante la proliferación de gays y lesbianas? ¿Ha visto que la vecina sale a trabajar y mantiene la casa, y es el marido quien cuida a los niños? ¿Ha notado que muchas de ellas son más independientes, ven fútbol y toman cerveza, mientras muchos de ellos son más afectivos, se depilan y cuidan su silueta? ¿Tienen innumerables dudas sobre la identidad de género?

No se asuste. Es la reinvención de los sexos, un turbulento pasaje donde los atributos tradicionales que definen lo masculino y lo femenino se van disolviendo y transformando. Las identidades de género están en plena ebullición creativa. La humanidad está llegando a niveles de desarrollo que permitirán liberar a hombres y mujeres de parte de sus determinaciones biológicas, y de una herencia cultural de miles de años.

Testosterona y Oxitocina

El filósofo norteamericano Ken Wilber pasa revista al fenómeno:

“Para empezar, hace falta reconocer que la naturaleza no ha dividido a la especie humana en dos sexos por motivos banales. Hombres y mujeres han sido “socios” por partes iguales en la aventura de la evolución, con resultados claramente exitosos”.

El sustrato biológico básico que diferencia a hombres y mujeres pareciera originarse en dos hormonas: la testosterona y la oxitocina. Los estudios realizados sobre la testosterona en los hombres indican que es la responsable de dos impulsos básicos masculinos: fornicar y matar. Mientras que la oxitocina –calificada por algunos como “la droga de las relaciones”- es la que le otorga su impronta a lo femenino: “Induce sentimientos de identificación y relación, y lleva a nutrir, sostener y tocar”.

“No es difícil ver que tanto la testosterona como la oxitocina hunden sus raíces en la evolución biológica y que la primera está ligada a la reproducción y supervivencia, y la segunda a la maternidad”, dice Wilber.

Estos pares opuestos son, desde esta mirada, complementarios y perfectamente funcionales.

Sobre esta base biológica se sustentan las diferencias sexuales que, con el desarrollo cultural y social, se convierten en diferencias de género. La base biológica común explica por qué ciertas constantes propias de cada género tienden a presentarse en culturas muy diversas. ¿Cuáles son los atributos tradicionales de lo masculino y lo femenino a través de diferentes culturas?

Autonomía versus relaciones

Wilber dice: “Hablando en términos generales, existen grandes diferencias entre la esfera de los valores masculinos y la de los valores femeninos. Los hombres tienden hacia la hiperindividualidad, insisten en la importancia de la autonomía, del derecho, de la justicia y de la acción, mientras que las mujeres, por su parte, son más proclives a una conciencia relacional, enfatizan la importancia de la comunidad, del respeto, de la responsabilidad y de la relación”.

“Los hombres, en suma, tienden a subrayar la autonomía y tienen miedo de las relaciones, mientras que las mujeres hacen hincapié en las relaciones y temen la autonomía” , afirma el gran maestro de Colorado.

  • – “¿Por qué no me habla?”, se quejan las mujeres.
  • – “¿Por qué no es capaz de manejarse sola?, protestan los hombres.

Estos pares oposicionales definieron buena parte de los diferentes roles que tuvieron hombres y mujeres a través de los diferentes modelos de sociedades que alumbró la historia. Huelga decir que en los últimos cinco mil años éstas fueron mayoritariamente patriarcales, con un fuerte acento en los valores masculinos (ver “Superando el patriarcado”). Sin embargo, la sociedad postindustrial ha cambiado profundamente este panorama. Ya no vivimos en tribus ganaderas, por ejemplo, donde la mujer fue necesariamente excluida del trabajo por la alta tasa de abortos que hubiera sufrido de asumir el rol del hombre. Hoy hombres y mujeres pueden desempeñar las mismas funciones sociales en casi todas las áreas. Por eso, los roles del varón y de la hembra, que “alguna vez fueron completamente necesarios y adecuados, se han convertido en algo obsoleto, restringido y limitado. Así, tanto los hombres como las mujeres están tratando de trascender sus antiguos roles”, dice Wilber.

Mirándonos en el otro

“Hoy en día hemos llegado a un punto crítico de la evolución, un punto en el que los roles primarios –hiperautonomía para el hombre, hiperrrelación para las mujeres- están siendo, en cierto modo, trascendidos, un punto en el que los hombres deben aprender a aceptar su ser relacional, y las mujeres deben aprender a aceptar su autonomía. Y a lo largo de este proceso, ambos parecen asumir características monstruosas a los ojos del otro”, concluye Wilber.

Mujeres enfocadas al mundo del trabajo y no de la maternidad, hombres orientados a la familia y no a la caza de hembras. Este espectáculo es relativamente nuevo en la historia. Son los moldes que hombres y mujeres pugnan por romper, en su carrera hacia modalidades más integrales de desarrollo humano.

Los emergentes más visibles de este proceso parecen ser hombres más educados y sensibles, y mujeres más definidas por sus propios valores que por las relaciones que mantienen con otros. En general, un rango más amplio de opciones de vida para ambos sexos.

¿Se trata de eliminar las diferencias entre géneros? No, simplemente de equilibrarlas, aprender a valorar los valores de ambos por igual, y cultivar respeto por esa fórmula mágica que la Naturaleza nos regaló para expandirnos por el mundo en compañía.


Superando el patriarcado

En los últimos miles de años la humanidad desarrolló una sociedad orientada hacia el varón, afirma Ken Wilber. Pero no se trata de que los hombres impusieron este tipo de organización a las mujeres, algo así como “un despreciable y brutal estado de cosas que perfectamente podría haber sido de otro modo”. En realidad, determinadas circunstancias hicieron del patriarcado un inevitable status quo durante un largo periodo. La “teoría de la imposición” –que los hombres oprimieron a las mujeres desde el primer día- ofrece una visión deprimente de ambos sexos. Hace falta ver que en cada estadio evolutivo, hombres y mujeres co-crearon las formas sociales de su interacción.

En la actualidad, el patriarcado ha dejado de ser necesario y estamos en condiciones de emprender su “deconstrucción” y establecer un equilibrio más equitativo entre las esferas masculina y femenina, dice el filósofo norteamericano.


  • ¿Más datos?
    “Breve historia de todas las cosas”, por Ken Wilber. Editorial Kairós.

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