Intuición: El sexto sentido


La intuición no responde al procesamiento de información racional, pero da conocimiento y guía para tomar decisiones. Todos somos capaces de ser intuitivos. Algunas claves para desarrollar la capacidad.

Regina Reyna

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Tal vez no sepamos a ciencia cierta qué es la intuición, pero sí sabemos que existe y que influye en muchas de nuestras decisiones. Se trata de una cualidad o don que todos tenemos, pero, en realidad ¿qué es?

La intuición es un sentimiento difícil de describir porque no responde al procesamiento de información intelectual racional, pero nos da el conocimiento, entendimiento o la guía para tomar decisiones. Es igualmente nombrada por muchos como presentimiento, y en ambos casos se trata de una percepción que viene repentinamente, en forma inesperada, pero que nos trae información que parece certera y adecuada.

La palabra intuición deriva del latín in y tueri, lo que significa “mirar adentro”; no siempre es verbal o lógica, de manera que pueda ser representada por imágenes o símbolos, sino que responde a sentimientos o emociones y hasta a sensaciones físicas. Sin embargo, algunos estudiosos del tema, en el intento de explicarla, han hecho una clasificación que facilita las cosas, diciendo que existen tres tipos:

Intuición emocional. Es algo que se siente, por ejemplo, sensación de depresión o de felicidad ante la expectativa de algo que va a ocurrir; esa voz interna que a veces nos alerta de que algo va a suceder; por ejemplo, de que alguien nos va a llamar por teléfono o que el timbre de la casa va a sonar.

Intuición física. La forma de comunicación es a través del cuerpo, es decir, se sienten ciertas sensaciones en el cuerpo que están asociadas a algo que quizás está ocurriendo en otro lugar, a otra persona conocida o que va a ocurrir en un futuro. Un ejemplo de esto es cuando se siente un nudo en la garganta o estremecimiento del cuerpo por algo que no sucede frente a nosotros.

Intuición mental. Cuando se reciben pensamientos o ideas de algo que se va a hacer. Generalmente se presenta en el trabajo, en un proceso fundamentalmente creativo.

En realidad, la mayoría tenemos los tres tipos de percepción combinados y los experimentamos a través de nuestros sentidos. Algunos usando más las imágenes, otros más a través del olfato o del tacto.

La barrera protectora

Psicólogos y psiquiatras afirman que uno de los mecanismos que utilizamos para defender nuestro “yo” es mediante la negación de una realidad, o tratando de que esta no sea mal vivida por el ser humano. Para lograrlo se desarrollan mecanismos de defensa en los que la intuición participa ayudando a captar una situación, hecho o persona que podría resultar peligrosa.

Nuestros sentidos no nos engañan y muchas veces ese escalofrío que nos recorre el cuerpo ante la mirada de un extraño tiene algo de realidad; la intuición es activa y es una forma de búsqueda de información dentro de uno mismo, que muchas veces no aprovechamos porque no le damos la importancia que tiene. A menudo el miedo a que nuestra intuición tenga una realidad justificada nos hace bloquearla, negarla, obstaculizando su reflexión.

Sin embargo, existen otras corrientes de pensamiento que afirman que la intuición es la interpretación que nuestro cerebro da a las señales recibidas por los sentidos en los que normalmente no nos detenemos a pensar.

Sería algo así como si entráramos en un sitio oscuro y al hacerlo intuimos que hay un peligro, lo cual llega a producirse por el hecho de haber captado inconscientemente el olor de algún animal y esto es lo que nos avisa de la amenaza.

Normalmente estamos acostumbrados a fiarnos de la lógica, del razonamiento y no ponemos la atención debida a lo que perciben nuestros sentidos. Pero estos continúan funcionando y emitiendo señales que, al no detenerse a pensarlas, tan solo pueden manifestarse en forma de intuición.

La percepción intuitiva

Todos hemos experimentado alguna ráfaga de comprensión instantánea o intuitiva, pero también hemos desestimado otras, ya que le concedemos mucha más credibilidad a la lógica. Por eso, la intuición habla con una vocecita muy apagada en nuestro interior.

Los expertos afirman que todos somos capaces de ser intuitivos, basta con desarrollar esa capacidad, o bien, activarla, para lo cual recomiendan algunas actividades para despertar nuestra percepción a hechos que solemos restarle importancia por la vía de la razón, siguiendo los siguientes pasos:

Conocerse mejor. En estado de relajación, tratar de ser conciente de las impresiones que se reciben a través de los sentidos, es decir, lo que se huele, se toca, se prueba con el gusto, se ve y se oye.

Modificar la rutina. Hacer las cosas en otro orden, a un ritmo distinto, poniendo especial atención en cómo se siente al experimentar los cambios; es un hecho que volveremos la cabeza a circunstancias que la misma rutina han dejado que pasen desapercibidas y que pueden tener mucho qué decir sobre nuestro ser.

Jugar a adivinar. Anticípese a hechos sencillos, por ejemplo, cuántos correos electrónicos voy a recibir hoy, sin preocuparse demasiado por la respuesta. De mayor importancia a lo primero que venga a su mente y posteriormente compárelo con el resultado real; tal vez se sorprenda de lo que vea.

Dé valor a sus sueños. Según algunos científicos, los sueños son una fuente de información de primer orden para poder comprender la intuición, ya que en ellos es donde esta capacidad humana se desarrolla mejor. Lleve un recuento diario de sus sueños, o lo que recuerde de ellos, y observe que cuanta más atención preste a sus contenidos subconscientes, más tienden a manifestarse. Cuando así sucede, dicen los mismos estudiosos del asunto, que se trataría de los famosos sueños premonitorios en los que las barreras del tiempo desaparecen, por lo que podemos acceder a información del futuro.


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